La pizza italiana dibuja los colores de su propia bandera: el verde de la albahaca, el blanco de la mozzarella y el rojo de la salsa de tomate. Pero, ¿cuál es el secreto para que sea perfecta?.
Los ingredientes, el tipo de horno y el arte del «pizzaiolo»
La harina ha de ser la adecuada, la levadura, la mejor, y el agua muy refinada, para que no dé un sabor áspero a la masa.
Conocer las cantidades precisas es tan básico como tener un buen brazo para amasar la base. De este modo se establece, según algún chef español, las siguientes dosis para cuatro pizzas de 30 centímetros de diámetro: 20 gramos de sal, 1 kilo de harina, 25 gramos de levadura de panadería, 600 mililitros de agua y seis cucharadas de aceite de oliva virgen extra.
Una vez que se estira la masa, se añaden todos los ingredientes que se quieran y una vez lista, se mete en el horno de leña a una óptima temperatura para cocinarla de una sola vez, sin sacarla del mismo hasta que está dorada.
Dicen que solo existen dos tipos de pizzas, la romana y la napolitana, y ambos coinciden en que la gran diferencia entre ambas es el espesor de la masa. La pizza de Roma es un poco más gorda, más tostada y crujiente, y la de Nápoles es más fina, suave y con el borde alto.
La Pizza Margarita es la creada con motivo de la visita de la Reina Margarita a Nápoles en 1889, y compuesta por los ingredientes básicos: tomate, mozzarella y albahaca. Se trata de un plato básico y sencillo que te permite sentir en la boca el verdadero gusto de una buena masa.
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