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domingo, 19 de diciembre de 2021

Pizza con harina integral a la plancha, con revuelto de cebolla y huevo

Pizza con harina integral hecha a la plancha, con queso cremoso, revuelto de cebolla y huevo; aceitunas y alguna especia. Espolvoreo de un chiquito de sal gruesa, muy poco, una piedrita por aqui y por alla, no hace falta mas.



Pizza de berenjenas en escabeche y huevos fritos

 

Fainá acompañadas con un poco de lengua a la vinagreta

Fainá acompañadas con un poco de lengua a la vinagreta (comprada).


Pizza de cebolla morada, cebolla blanca, algo de ají y orégano y queso.

Pizza de cebolla morada, cebolla blanca, algo de ají y orégano y queso.



Pizza de Repollo Morado lacto-fermentado

Pizza de Repollo Morado lacto-fermentado en sal (envasado en su propio jugo, bolitas de pimienta negra y algo de vinagre). Agregamos Huevo Cocido (huevo duro), Semillas de Coriando (cilantro) molidas y Queso.



Mini Pizza de Cebolla Morada

Mini Pizza de Cebolla Morada, Aji Chileno y algo de Queso con poca de Sal; Perejil y Ajo, Chorritos de Aceite.

sábado, 18 de diciembre de 2021

Fainá con cebollas moradas

Ingredientes

  • 300 gramos de harina de garbanzo, 
  • 600 gramos de agua. 
  • cebolla morada
  • pimienta molida, cúrcuma, semillas de mostaza molida, sal y romero.
  • Opcional: trozos de tocino.

Preparación

  1. Se hace la mezcla de harina de garbanzo tamizada con agua, incorporando el agua poco a poco y mezclando para evitar grandes grumos. 
  2. Se le agregan las pimientas molidas, las semillas de mostaza molida; la cúrcuma, la sal y se mezcla bien. 
  3. La fuente debe estar bien aceitada. Se vuelca la mezcla en la lata y se pone al horno bien bajo
  4. Se hornea a fuego bajo así evapora poco a poco.
  5. Cuando ya tiene cierta firmeza agregamos las cebollas moradas cortadas en pluma y volvemos al horno. 
  6. Luego ponemos el romero.
  7. La cocción debe ser lenta así evapora el exceso de agua y se irán separando los bordes de la fainá de la fuente de lata.  Cuando ya veamos que esta firme y algo tostadita podemos sacarla y dejarla reposar.
  8. A medida que se enfría, ira solidificándose y tomando mas forma.

jueves, 4 de noviembre de 2021

Mazacote

No es un mazacote.

Una prueba más de la ciudad del revés: en El Mazacote la pizza es a la piedra. Una liviana y ligera pizza que me cayó bien, no necesité Hepatalgina y me fui fresco como una lechuga.

Seguimos recorriendo el Lado B de la farándula gastronómica porteña.

Nada de mazacotes ni de aceite y muzzarela por todos lados.

La fuga rellena es un equilibrio entre la cantidad justa de muza y de cebolla, con una masa con la crocancia atinada.

Completa la escena el sifón de soda, y una faina de muy buena a excelente.

Me quedé con las ganas de probar las empanadas, alguien las recomienda?

Ah, una breve historia y les paso la dirección de El Mazacote:

En barrio Monserrat, El Mazacote es la pizzería más conocida de la zona. Creadores de la fainazeta y sin prestarle demasiada atención a la elegancia, la pizzería es un lugar que vale la pena conocer cuando de las mejores pizzerías se trata. Acá no vas a encontrar Wi Fi pero si las mejores pizzas finitas.

Desde 1982 prepara la fainazeta, su insignia. Hace poco recibió una moderada renovación de su fachada pero por dentro sigue siendo el Mazacote de siempre, con su cielorraso ochentoso y su barra donde al mediodía los tacheros comen de dorapa.

Dirección: Chile 1400 (y San José)

https://www.instagram.com/p/CV36lQTATwW/

jueves, 21 de octubre de 2021

Lahmacun: (Pizza turca, Turkish pizza)

Básicamente está hecha con una base de pan con carne y verduras, a la que se añaden algunas gotitas de limón y otros ingredientes "extra". No lleva nada de queso y normalmente se suele enrollar a la hora de comértela.
Una vez que vayan saliendo del horno se iran colocando una sobre otra (relleno con relleno y base con base) para que se ablanden un poquito y se puedan enrollar mejor. A la hora se servirlas se suele hacer con un acompañamiento (limón, tomate natural, pepino, lechuga, cebolla y salsa de yogur). Para hacer la salsa de yogur solo tendremos que mezclar yogur tipo griego con un poquito de sal, ajo en polvo y curry (al gusto).
Ponemos en el plato la pizza turca, añadimos unas gotas de limón y un poquito de salsa de yogur. Le echamos los ingredientes que queramos (pepino, cebolla, lechuga, tomate, etc) y la enrollamos.
Siempre que se coma la pizza turca no puede faltar la bebida de yogur o Ayran la mesa. Para hacerla solo se necesita mezclar yogur griego con agua (proporción aprox: 1 parte de yogur y 4 de agua) y sal al gusto. Removemos bien y reservamos en la nevera porque hay que servirlo muy frío.

Ingredientes 

Para la masa:
  • 350 ml de agua tibia
  • 1 cucharada de levadura seca
  • 500 g de harina de pan blanco
  • ½ cucharadita de sal
Para el relleno:
  • 300 g de picadillo de cordero
  • 1 Cebolla roja
  • 1 Tomate
  • 1 Pimiento verde
  • 1 Pimiento rojo
  • 2 Chiles verdes
  • 2 dientes de ajo
  • 2 cucharaditas de cilantro molido
  • 1 pizca de copos de chile de Turquía
  • 1 chorrito de jugo de limón
  • Comino
  • Sal
Preparación 
  1. En primer lugar, preparamos la masa. Para ello, mezclamos la levadura y la harina. Añadimos el azúcar y el agua templada.
  2. Incorporamos la sal y amasamos hasta obtener una masa brillante y elástica. Después la dejamos reposar durante una hora.
  3. Para la pizza vegetariana, picamos los pimientos, el ajo, la cebolla y el chile. Añadimos una pizca de sal y pimienta y el comino. Mezclamos todo bien.
  4. Para la otra pizza. Mezclamos el picadillo de cordero con el chile verde y el tomate picado. Incorporamos también un diente de ajo y perejil picado. Añadimos también copos de chile, cilantro molido y comino.
  5. Precalentamos el horno a 180ºC.
  6. Cuando la masa haya reposado, la estiramos y le damos forma. Disponemos encima los ingredientes y horneamos hasta que las pizzas estén doradas.
  7. Cuando estén listas, las retiramos del horno y las regamos con un poco de aceite de oliva y zumo de limón. Decoramos con unas hojas de menta fresca.

miércoles, 6 de octubre de 2021

Cerró la última pizzería de mostrador de la avenida Cabildo después de 89 años de historia


Días atrás bajó definitivamente sus persianas Burgio, la última pizzería de mostrador de la avenida Cabildo Cabildo y un emblema del barrio de Belgrano. Fundada en 1932, la frecuentaron bohemios, escritores, hinchas de fútbol, estudiantes y familias. Generaciones enteras se deleitaron con su gran porción de muzzarella al molde o su irresistible fugazzeta. Algunos las disfrutaban de parado y otros sentados cómodamente con una copita de moscato.

Su cuenta de Instagram se inundó de tristeza y melancolía con cientos de comentarios luego del posteo de despedida que hicieron sus dueños. “Amigos, lamentamos desde el corazón informarles el cierre de Burgio”, comenzaba la última publicación en la red social, acompañada de una foto de la fachada de la pizzería cuando todavía tenía el toldo de metal.

Un pedazo de historia del barrio se va con ella, tal como afirman quienes fueron habitué de este clásico. “Gracias por tantos momentos, por tantas historias… por tantos encuentros. Se va una parte de mi vida y de varios de mi familia”, escribe debajo del mensaje de despedida uno de los tantos fans. Muchos de ellos, ante la noticia del inminente cierre se apresuraron para degustar la última porción.

Traspasar su entrada era adentrarse en un viaje al pasado: las venecitas en las paredes, el horno a leña original, el pizarrón con letras de plástico blancas, los ventiladores de pared y el gran mostrador de los años 60, que mantuvo a los comensales codo a codo durante décadas.

Fue fundada en 1932 por el italiano Giuseppe Burgio y, en 1960, fue comprada por un grupo de diez amigos asturianos. “Creo que los gallegos la transformaron en el emblema que fue hasta hoy. Eran jóvenes, muy trabajadores, ellos hablaban con los clientes, que podían ser poetas, bohemios, hinchas de fútbol, los conocían, había mucho mostrador, era otra época. Los jubilados venían a la mañana a tomar su copita de coñac y los estudiantes a comer una porción al mediodía”, cuenta Fernando, socio e hijo de Francisco Sergio, uno de los dueños asturianos.

Todos pertenecían al rubro gastronómico. Además de Francisco, estaban: Alberto, José María, Ramiro, José, José Manuel, Monolito, Manuel, Luis y José E. “Decidieron poner cada uno lo que podía para empezar a trabajarla. Nosotros somos descendencia de esa generación, hijos y nietos”, aclara Fernando, que estuvo al frente de la pizzería durante los últimos años.

Él y Ramiro, que hoy tiene 92 y es uno de los asturianos que la compró en los 60, son los únicos socios que quedaron. Ramiro trabajó hasta los 88 detrás del gran mostrador de Burgio y Fernando también tiene toda una vida en la pizzería. “Empecé a trabajar los sábados y domingos cuando tenía 10 años. Me acuerdo que lavaba copas: me ponían un cajón de Coca Cola para que llegara a la pileta y yo venía contento porque comía pizza. Cuando terminé el secundario empecé a venir todos los días a partir del mediodía hasta que un tío que trabajaba acá tuvo un accidente y me quedé”, recuerda.

Burgio unió generaciones: abuelos, padres, hijos y nietos, un público particular amante del bodegón viejo fue fiel a este ícono porteño. “Cuando estaban los cines en Belgrano, venía mucha gente que salía de ver una película, los padres traían a sus hijos después de ir a Playland que estaba al lado. También la frecuentaban los hinchas de Platense y los de River que tenían una tradición: después de los partidos venían y la llenaban. También cuando jugaba la selección o después de algún recital”, explica.

“El horno nunca se había apagado hasta la pandemia, fue la primera vez que se enfrió”, señala José, hijo de Fernando que como su padre también se sumó al negocio familiar. Y enfatiza: “Durante casi 90 años se vendió pizza a mansalva”.

Durante la cuarentena Burgio estuvo cerrada completamente durante dos meses y reabrió el 19 de mayo para el turno día y por la noche recién el 1° de diciembre. Si bien, fue una crisis dura como para todos los gastronómicos, Fernando asegura que pudieron salir de a poquito. “He sufrido un cansancio extremo de más de 50 años de trabajo y este freno que puso la pandemia me hizo tener tiempo para parar y pensar qué estaba haciendo con mi vida. Eso me llevó a tomar una decisión que hay gente que la entiende y otra que no. Con los 64 años que tengo decidí salir de la gastronomía, estoy agotadísimo física y mentalmente. Elegí cerrar y priorizar mi vida, mi descanso. Después se puede juntar un poco el tema económico pero la decisión principal tiene que ver con un cambio de vida. Desde chiquito le di la vida a esta actividad”, explica.

Los clientes lo paran en la puerta para preguntarle por qué cierra, y se suceden escenas repetidas: un apretón de manos, un abrazo, algún lagrimón, el deseo de buena suerte, muestras de agradecimiento. “Yo tengo la misma tristeza que siente la gente. Les agradezco el cariño, me hubiera gustado seguir, pero llegué a un límite. De la pizzería me llevo el amor de la gente, no tengo palabras para agradecerles a ellos y a los empleados de toda la vida, algunos fallecieron, otros se jubilaron y otros bajaron la persiana conmigo. Todos hicieron grande esta pizzería”, concluye.

Por Silvina  Vitale. Fotos Silvina Colombo y Burgio
https://www.facebook.com/photo/?fbid=2035766383246257&set=gm.10160047860513296

sábado, 2 de octubre de 2021

El final de Burgio, la pizzería que durante 90 años fue punto de encuentro de amigos en el barrio de Belgrano


El anuncio de su cierre causó tristeza entre los fanáticos de sus pizzas de media masa y empanadas fritas. El jueves fue su último día.

Barra al frente, latas de conserva y esas servilletas papel de fax. Al fondo, unas pocas mesas, pared con venecitas, espejos con filete. Un escenario sencillo, porque la estrella era la media masa. Burgio supo ser parada obligada para los amantes de la pizza en Belgrano, o quienes salían de ver a River o Excursionistas, del cine o del Playland. Este jueves se anunció como su último día.

Aún no queda claro si es el final definitivo de casi 90 años de historia: este diario intentó comunicarse con su propietario y su hijo, pero no tuvo éxito. Las versiones más fuertes dicen que al local de Cabildo casi Monroe llegará otra pizzería. Otras indican que a su dueño le hicieron ofertas de otro rubro. 

Los vecinos sólo saben que la van a extrañar. “Burgio es parada obligada de mi grupo de amigos desde la primaria. Es cierto que en el último tiempo la calidad había bajado un poco, pero los que fuimos fans nunca dejamos de acompañarla. Va a ser un golpe duro dejar de ver a sus mozos, o a esa barra de estilo antiguo”, admite Juan Pablo, que vivió 34 de sus 37 años en Belgrano.

La historia que escribió Burgio entra por los cinco sentidos. “El olor a especias era tan fuerte que te quedaba impregnado en el pelo. Ibas ahí y la gente, al olerte, sabía que habías comido en esa pizzería”, cuenta el vecino Gustavo Wain (58). Javier (43), criado en el barrio, recuerda haber saboreado su “pizza ultra aceitosa”, haber tocado sus “servilletas que no absorbían”, haber oído “sus discusiones de fútbol y política”.

Y haber visto hasta alguna pelea de puños. “Una que me marcó para siempre fue entre un chofer de la línea 60 y un taxista. Comenzó en Cabildo y terminó en el baño de Burgio, con el taxista con la cabeza partida. Sería en el 96 o 97. Obvio que no llegó a mayores y cada uno se fue por su lado”, reconstruye Javier.

En las últimas horas Burgio remató su stock de pizzas: pese a la lluvia, sus fans fueron a experimentar una vez más una de muza servida en plato de chapa. Sus empanadas fritas también tienen admiradores, al igual que su fainá, “que gracias al horno de leña adquiere un sabor inigualable”, habían escrito Esteban Moore y Horacio J. Spinetto en su libro Pizzerías de valor patrimonial de Buenos Aires.

“Hoy fui y vi a dos personas llorando. Era típico centro de reunión de amigos del barrio. Hace 30 años que voy, y tengo 35. Excelentes empanadas fritas de carne. Lo mejor: la fugazzetta y la muza”, resume Agustín Méndez, vecino del barrio y creador de la cuenta de Twitter Historia de Belgrano (@belgranohisto), que subió fotos de los últimos días de la pizzería.

Otros también recuerdan a Burgio con cariño, pero critican sus precios altos. “Eran muy caros para lo que ofrecían y la gente optó por opciones más económicas. Hace una década no podías entrar de la gente que había, pero en estos últimos años casi no había”, observa Wain. Federico (27), otro vecino, coincide: “Quise ir a comprar empanadas hace unos meses y estaban como 120 mangos cada una. Una locura”.

Por último, están los que hacen la pregunta incómoda: ¿Cuántos de los que piden la permanencia de Burgio la visitaron en el último tiempo? Los restaurantes y bares de antaño se enfrentan a una encrucijada: luchar por conservar la identidad que les ganó el amor barrial, cambiar para adaptarse a estos tiempos, o capitular.


martes, 28 de septiembre de 2021

Cierra Burgio, una pizzería tradicional de Buenos Aires: “Se agotaron el negocio, los dueños y encargados”

El local, ubicado en el barrio porteño de Núñez, baja su persiana en estos días. Se desconoce su futuro próximo.

¿Qué sería de Buenos Aires sin sus pizzerías históricas, baluartes del paladar ítalo porteño?

Porque lo que parecía impensado, está sucediendo, ya que en los últimos días de septiembre la icónica Burgio, ubicada en el barrio de Belgrano, cerrará sus puertas.

Se trata de una pizzería fundada en 1930 por un italiano de apellido Burgio, negocio que cambió de manos en 1960.

Desde aquel entonces lo capitaneó el asturiano Alberto Méndez. Pero ahora el local tiene los días contados porque el próximo fin de semana bajará sus persianas.

“Es una posibilidad concreta que Burgio no vuelva a abrir”, dijo un empleado que pidió el anonimato.

“Y cierra por un problema de agotamiento del negocio, de los dueños y de los encargados. No sabemos qué va a suceder en el futuro próximo, si se harán reformas para mejorar el lugar o si su cierre será definitivo; quizás los dueños quieran hacer otra cosa con el inmueble, pero eso no tenemos claro”, concluyó el empleado.

Al igual que otras pizzerías clásicas porteñas, Burgio tiene dos sectores: el de adelante, que cuenta con tres mostradores para comer de parado, y un salón al fondo para sentarse, cuyas paredes están cubiertas de coloridas venecitas.

La casa es famosa por su horno a leña, de donde salen sendas pizzas de muzzarella, además de fugazza y calabresa, siempre de media masa, la especialidad, aunque algunos la califican de ser un tanto aceitosas.

También sale una buena fainá, deliciosamente ahumada, servida en platos metálicos.

domingo, 26 de septiembre de 2021

El último moscato

Seguidores me alertaron del posible cierre de Pizzería Burgio a fin de mes.

También, en ocasiones anteriores, me habían sugerido que vaya pero al pensar que son esos clásicos que siempre están siempre lo pateaba para más adelante.

Decidí tomar el caso, o bien el toro por las astas e investigar in situ.

La primera impresión es la de un lugar de contrastes entre el salón familiar al fondo y la barra en la entrada, donde los parroquianos veían un partido de River que se estaba terminando, en tiempo de descuento vaya paradoja.

Pedí una porción de fugazzeta: "llegaste tarde pibe, no me quedó nada". Es que eran las 22:30, y para BaEsencia la noche era joven pero en Burgio lo rico dura poco. Pedimos unas porciones de jamón y morrones y otras de muza.

Y obviamente un Moscato, a sabiendas que podría ser el último.

La gente iba mermando, las tenues y frías luces de Cabildo se iban apagando al compás de un final incierto de Burgio.

Los revestimientos, la barra y el mobiliario lucen intactos en la actualidad.

Las venecitas multicolores, los ventiladores, las estanterías repletas de aperitivos. Todo parece en su lugar.

No pareciera, viendo la cantidad de gente que viene y se va, ser un lugar que a fin de mes cierra.

Pero Burgio esta semana cierra sus puertas pro tiempo indefinido, por "reformas" que no sabemos si van a alterar para siempre el patrimonio del lugar ni la calidad de la comida. El local se alquilo y parece que cambia de dueños, quizás de rubro, el futuro es incierto.

Con el cierre de Burgio se termina un ciclo en la Avenida Cabildo. El de los cines, el de Sacoa, el de Playland y las galerías. El de Fame, que también cerró.

Para muchos se cierra una etapa. Desde lo nostálgico es doloroso y solo el tiempo encontrará el consuelo.

Desde lo patrimonial es trágico. Solo pensar que van a picar las venecitas multicolores, descolgar la mítica pizarra que indica "Casa Burgio", las vitrinas de vidrio y metálicas que nos remiten a épocas gloriosas. La barra de fórmica naranja gastadisima que hace juego con el mueble de la barra donde comes de dorapa. Esas botellas llenas de polvo que parecen añejarse desde la revolución de mayo.

Con Burgio se va una de las últimas pizzerías-museo, donde podías verdaderamente sentirte en otra época. Pizzerías donde podés comer parado hay un montón, pero no con la mística de Burgio.

El agravante es que Burgio está en Belgrano, barrio que fue diezmado patrimonialmente en todo sentido. Cuesta encontrar bares antiguos, cuesta hallar bodegones y pizzerías. Ni hablar de las mansiones arrasadas, reemplazadas por torres sólidas pero impersonales.

Sobran las kadenas de neones rojos. Dan vuelta las especulaciones de todo tipo. Y ese neón rojo está fuera de control, y aburre.

Con el cierre de Burgio estamos firmando la sentencia de muerte de Belgrano. Corta la bocha. Un barrio que ha perdido su identidad hace décadas y cuya sangría patrimonial no deja de ocurrir.

No aprendemos más.

Solo nos queda la esperanza de que alguien la agarre, le haga algunas reformas menores pero sin alterar la mística que Miles de personas amamos.